El vicepresidente de Rusia y ante todo jefe de la industria militar, Dmitri Rogozin, declaró al diario ruso Kommersant que la fábrica de Kalashnikovs AK-103 en Venezuela, que tanto se había demorado, estará lista para 2019: las máquinas rusas están preparadas, todo está vigilado (sí, vigilado). Lo único que falta es que los venezolanos terminen de construir el edificio. Ya los rusos han elegido cuál será el contructor venezolano. Estas declaraciones se produjern en un encuentro con Delcy Rodríguez, la ministra chavista para relaciones exteriores, hermana de Jorge Rodríguez, el comunista que controló el Consejo Nacional Electoral por tanto tiempo.
Rogozin también mencionó que Rusia terminará la construcción de dos centros para helicópteros rusos en Venezuela. Uno servirá para el entrenamiento de pilotos y el otro para el mantenimiento. Supongo que con esto tratarán de que no se caigan tantos.
Ahora viene lo mejor: el hombre declaró que Rusia está dispuesta a proporcionar chips para tarjetas bancarias y tarjetas de SIM y para colaborar "en la programación para la defensa contra ciberataques". Repitió la versión del chavismo: los bancos venezuela habrían sido víctimas hace poco de un ataque de hackers y - esto lo dice en primera persona del plural- "lo enfrentamos y vencimos". Por supuesto que esos supuestos ataques solo son una explicación chavista para ocultar que la infraestructura no sirve...y no sirve, entre otras cosas, porque en Venezuela nadie tiene idea de qué cuesta producir algo.
Ahora Rusia está "ofreciendo apoyo informático". Ya sabemos a dónde va a parar eso del software y programadores de Rusia.
Un par de detalles sobre este hombre: hace un tiempo declaró que la venta de Alaska a Estados Unidos no fue realizada de manera limpia y que Rusia tiene derecho a reclamar ese territorio. Rogozin también ha estado permanentemente involucrado en "ayudas" a Transnitria, un satélite ruso en la dividida Moldavia.
Otra de las cositas que dijo: que querría conducir de casa a su trabajo en un tanque GAZ-2975 Tigr para promover la industria rusa. Rogozin es uno de los hombres de Putin que no tiene permitido entrar en Estados Unidos o la Unión Europea. Algunas de las acciones o declaraciones de Rogozin serían clasificadas en un país normal como ultranacionalistas o sencillamente racistas.
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